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todavía no se encontraban muy tranquilos los ánimos de los habitantes de en octubre de 1808. la revolución hecha contra estaba reciente y el nueve virrey , por ser asustadizo o porque realmente veía algunos nubarrones condensar se sobre su cabeza, se rodeaba de guardias y hacía que el palacio estuviera cercado de patrullas todas las noches, impidiendo que de las nueve en adelante pasara por allí una mosca. también es verdad que contaba ya 75 años y tenía muy presentes estos refranes que ya eran sabidos entonces: no la hagas y no la temas; el que a mata a muere, y otros por el estilo.
así es que a el oscurecer se cerraban las tiendas, se echaban trancas y cerrojos a todas las puertas de las casas, y las calles no eran transitadas más que por las rondas de capa y por alguno que otro enamorado, pues hasta los malhechores tenían cuidado de recoger se temprano, temerosos de ser atrapados en sus correrías como conspiradores, una vez que se usaba de más rigor con los segundos que con los primeros en aquellas aciagas circunstancias.
acababan de dar el toque de ánimas, cuando un embozado, sin hacer el menor ruido, desembocó por la esquina de la calle de que estaba oscura como boca de lobo, en virtud de no haber en ella faroles y de estar el cielo cubierto de nubes que empezaban a anunciar el cordonazo de . luego que aquel hubo llegado frente a una casa de muy buena apariencia, se bajó la capa, sacó las manos y dio tres palmadas pausadamente.
el más profundo silencio respondió a aquella señal, y el hombre que la había dado siguió haciendo paseos por enfrente de la casa, deteniendo se de cuando en cuando para observar si había algún ruido que viniera de el interior, lo cual le parecía a veces percibir en esos rumores lejanos que vienen en alas de la brisa en las noches de octubre, lo mismo que en las de los otros meses cuando son calladas y misteriosas.
— voto a el diablo! murmuró el oficial hiriendo el suelo con el pie, y lo peor es que si hoy no la hablo tendré que ir me sin despedida.
¿dijimos oficial? efectivamente, luego que bajó el embozo pudo ver se le una daga a el cinto, el chaquetín encarnado y el pantalón blanco, distintivos con que se marcaban luego los oficiales de su regimiento.
como si aquel voto de impaciencia hubiera sido escuchado en el interior de la casa, se abrió con sumo cuidado un postigo y apareció poco a poco la cabeza de una dama cubierta con una blonda de encajes. entonces con voz fresca, pero procurando bajar la cuanto era posible, preguntó:
— eres tú, ?
— soy yo, mía.
— oí la señal hace como un cuarto de hora.
— y no bajabas?
— acababan de llamar me a cenar y....
— tienes que dejar me inmediatamente?
— no: pretexté que me sentía con fuerte dolor de cabeza.
— entonces no hay tiempo que perder, porque tu padre que te adora te buscará luego para preguntar te cómo sigues.
— está a la mira para dar me aviso.
— recibiste mi carta?
— sí, ingrato: en ella me dices que partes mañana.
— ya no puedo diferir más mi marcha: el virrey me amenaza con un rudo castigo si no parto.
— debes partir, . esta separación me destroza el alma, me llena de congoja, va a hacer tristes mis días; pero comprendo cuál es el deber militar.... y ¿volverás pronto?
— lo sé yo acaso? sabemos alguna cosa segura los oficiales subalternos?
— ya harás carrera, ya serás capitán y después brigadier y quién sabe si mariscal....
— todo lo seré con tu amor que me alienta y me infunde mayor ánimo para mis empresas....
— tienes alguna?
— hasta ahora no la había tenido, pero desde que tú me has dicho lo que necesito para alcanzar te.....
— imprudente..... puede oirte alguno.
— voy a subir sobre las rejas de esa ventana para estar más cerca de ti, mi .
— ¡oh! no, no, pudieran ver te, pudieran sentir te.....
— la noche está muy oscura.... apenas te percibo desde esta distancia.... podrá ver me desde la calle.
y sin esperar a más, el oficial tiró a el suelo la capa y ágil como un marinero escaló la ventana que lo acercaba a el postigo en donde estaba la hermosísima , si bien amante y resuelta, temblorosa y agitada.
— heme aquí cerca de ti, bien mío, dijo el teniente con la respiración entrecortada y procurando afianzar se a las rejas con su cinturón para tener en libertad las manos y fatigar se menos.
— mi ... ¡qué zozobras me das!
— y por qué, amada prenda mía?
— te he dicho mi secreto....
— sí, me has dicho que tu opulento padre odia a todos los que sostenemos a el gobierno español.
— todavía ahora me ha dicho que no dará mi mano a ningún hombre mientras no se haga la independencia de su patria.
— yo también la quiero, , ¿pero qué puede hacer un pobre teniente?
— un hombre solo, puede mucho, cuando tiene resolución.
— y de qué sirve la resolución cuando faltan oportunidades? después que cayó con su partido, ya nadie piensa en independer se de .
— acaso han muerto todos los que tenían esas ideas?
— unos han muerto, otros están presos, otros se han ocultado y los demás permanecen tan quietos que no dan ningunas señales de vida.
— me prometes ser me leal, ?
— y me lo preguntas tú, mía?
— puedo confiar en tu discreción?
— sí. no necesito decir te más palabras que esta.
— pues bien, la idea de independencia no ha muerto entre los americanos. hay muchos que han jurado hacer la y mi padre asegura que la harán.
— pero será pronto? porque yo ardo en deseos de que brote una chispa cualquiera para dar te pruebas de mi celo y de mi amor.
— te harás independiente?
— lo juro.
— ¡ah! mío! yo no permitiría que por mi causa fueras a perder tu carrera y tal vez la vida.
— acaso tengo otras esperanzas de poseer te?
— es verdad! aunque fueras el virrey mismo, aunque estuvieras lleno de méritos y de tesoros, mi padre no te daría mi mano sin aquella condición.
— ¡oh! que no haya por ahí alguno que proclame la independencia mañana mismo!
— qué harías?
— conquistar a quince o veinte hombres que hay en mi regimiento que han mostrado un espíritu conforme con esas ideas e ir a combatir por mi patria.
tendió la mano a el oficial, oprimió suavemente la suya y le dijo conmovida:
— ese noble rasgo me basta para amar te siempre como quiera que seas.
— recuerda este juramento que te hago en esta noche, , besando tu mano y en nombre de mi amor, de mi felicidad futura y por la salvación de mi alma: juro no pensar de hoy más sino en la independencia de mi patria; juro morir antes que desenvainar jamás mi espada contra mis hermanos los independientes!
contestó llorando:
— basta, , estoy satisfecha de ti, yo no quiero tanto.
— me amas?
— te adoro.
— jura me también que serás mía y no de otro.
— acaso necesito jurar te lo cuando ya lo sabes?
— pudieran querer ejercer violencias contigo para obligar te a contraer un enlace de conveniencias, pudieras tu misma desesperada de estar aguardando un día que nadie sabe si estará lejano....
— tengo el presentimiento de que ese día no se hará esperar. conozco tu valor, , conozco tu carácter vigoroso y lleno de recursos para no esperar que vuelvas pronto a mis brazos....
el oficial cubrió de besos las manos de .
— chist! dijo retirando se vivamente la joven, está diciendo me que me llaman.
— blanca, mía, de mi alma.
— ¡adiós!
— por última vez....
el joven oficial hizo un esfuerzo levantando se cuanto pudo para llegar a el postigo, hizo por su parte lo que correspondía y un delicioso beso fue el último ¡adiós! de los dos amantes.
fue a caer en brazos de que era su prima y su confidente y la cual le había estado diciendo en secreto que su padre preguntaba por ella.
— , querida prima mía, decía sollozando ¡que desgraciada soy!
— por qué, ? acaso no te ama el teniente con todo su corazón?
— sí, pero le obligan a salir de mañana mismo.
— ya volverá!....
— sirve a el virrey.... es defensor de ....
— ¡ah!.... tío te espera....
— me encuentro en un estado.....
— frota te bien los ojos con tu pañuelo..... así.
— vamos a ver si tengo fortaleza...
y se llevó abrazada a su prima hasta la estancia en que estaba paseando se impaciente.
— cómo sigues? preguntó a su hija luego que la vio.
— no es nada, contestó ésta con voz suplicante, ya se va pasando.
— no tomas alguna cosa?
— no tengo apetito.
— tienes los ojos llorosos.... te pasa algo?
— nada.... no es más que el dolor de cabeza.
— bien: acuesta te y que te lleve una tasa de té con aguardiente. eso es bueno para la jaqueca.
— sí, sí.... voy a acostar me luego.
— yo tengo que escribir algo en mi gabinete hasta cerca de las once. si pasa algo, me avisan.
— no tenga vd. cuidado, tío, yo me estaré con .
— es una tiranía esta de no poder salir de noche, se fue murmurando . ¿cuándo concluirá esta endemoniada dominación española? ¿cuándo acabarán por fin estos infernales virreyes? ¿cuándo tendremos libertad en un país que es el nuestro, siquiera para comunicar nos unos a otros nuestros pensamientos?
— has oído? dijo a su prima, siempre hablando contra el gobierno, de el cual es servidor .
— oíste?
— sí.
— pues silencio por ! que eso puede costar le la vida a .
— o dar le mucho honor y mucha elevación.
las dos jóvenes se introdujeron a las habitaciones y pasaron una gran parte de la noche conversando sobre aquel entretenido asunto.
eran las once de la mañana de el día siguiente cuando el sonido de las cajas anunció en la calle de que pasaba por allí alguna tropa. abrió sus balcones y lo primero que vio fue a su teniente , que iba con su capitán, a el frente de una compañía de el regimiento de la , que marchaba de orden superior para , llevando un convoy de víveres para los destacamentos.
el joven saludó con su espada y con una sonrisa. se llevó el pañuelo a los ojos sin poder contener el llanto.
a el dar vuelta en la esquina, el teniente se detuvo con pretexto de ver desfilar la tropa, pero en realidad para decir ¡adiós! una vez más a su amada. ella con el pañuelo le hizo también la última señal de despedida y se metió luego hecha un mar de lágrimas, sin prestar ninguna atención a las palabras de consuelo que le dirigía su prima .
pasado un momento cayó de hinojos frente a una imagen de la virgen y exclamó fervorosamente con las manos enclavijadas:
— ¡madre mía, proteje lo!
se encontraba el virrey en su despacho procurando prestar atención a la correspondencia de el interior que le leía su secretario, cuando el ayudante que estaba de guardia en las antesalas se presentó y le dijo:
— el platero busca a
— ? preguntó el virrey incorporando se y como quien sale de un profundo sueño.
— dice que lo ha mandado llamar.
— ah! si.... ya se me había olvidado..... que espere. no.... no.... que entre a el momento: en seguida continuaremos acordando.
a los pocos segundos volvió a abrir se la puerta y se presentó el platero, el cual haciendo una profunda reverencia se aproximó y dijo:
— perdone pero me he mandado anunciar porque me dijeron de parte de que me necesitaba urgentemente.
— es verdad, señor . lo he mandado llamar para encargar le un pequeño trabajo que espero podrá hacer me violentamente.
— estoy a las órdenes de
— pues es el caso....
el virrey se encontraba embarazado para hablar, y entonces el secretario, que era perspicaz, se alejó un poco con pretexto de acercar se a un balcón buscando mejor luz para leer un expediente en que parecía tener concentrada toda su atención.
el virrey le vio de reojo y continuó:
— yo estoy muy viejo, cuento cerca de setenta y cinco años, mi mano es temblorosa y para trabajar, para firmar diariamente tantos documentos....
— está bastante bien conservado, dijo el platero, mientras en su interior pensaba lo que aquel exordio podría significar.
— necesito pues, agregó , un instrumentito que me sirva para la firma, una especie de sello......
— ¡ah! si, dijo el platero procurando completar la idea, quiere hacer uso de un sello particular.
— no muy particular, se apresuró a replicar el virrey, porque quiero tener tres completamente iguales.
— han de ser de oro, de plata?....
— o de cobre, como cuesten menos, porque no soy hombre acomodado y los tengo que pagar de mi bolsillo.
— comprendo: quiere tener tres sellos, porque si se pierde uno.....
— quedan los otros dos.
— pero me ocurre una dificultad.
— cuál?
— que si se extravía un sello hay que usar otro diferente, para impedir que el que se lo halle o se lo robe...
— no, no; los tres han se ser completamente iguales.
— pero reflexione
— no quiero reflexionar nada. han de ser tres sellos completamente iguales, sin que se advierta en ellos la menor diferencia. ¿pueden hacer se?
— siempre que lo disponga....
— corriente: lo dispongo así.
— y quiere decir me lo por escrito? mañana o pasado podría tener consecuencias eso de los tres sellos........ se me imputaría que yo había hecho el cuarto....
— si yo tuviera alguna desconfianza no habría llamado a el platero .....
— en ese caso voy a poner me a trabajar los.
— en cuanto tiempo estarán?
— en ocho días.
— pongamos tres.
— poco tiempo son tres días, y más si siguen los nublados.
— yo quisiera que pudieran estar hoy mismo.
— si tanta prisa tiene procuraré no ocupar me de otra cosa más que de sus sellos....
— en hora buena. los espero sin falta y cuanto más pronto estén, más bien pagados serán.
el platero se despidió y el virrey se quedó como sumido en un éxtasis sin fijar se en la lectura de la correspondencia que siguió leyendo el secretario.
habían pasado cinco minutos cuando el ayudante de guardia se presentó a anunciar a el regente .
— puede entrar, dijo el virrey, y mientras el ayudante salía, agregó dirigiendo se a el secretario:
— tampoco nos dejarán trabajar ahora. siga vd. despachando solo y después me recogerá la firma.
en seguida se levantó a recibir a el regente.
se saludaron ambos afectuosamente y después do tomar asiento, dijo :
— en donde se acaban de resolver dos puntos interesantes que deseo poner en conocimiento de
el virrey no sin manifestar recelos, preguntó frunciendo las cejas:
— ¿dos puntos se han resuelto?
— el uno es relativo a que por su edad y por su mucho despacho pueda firmar con estampilla.
— ¡ah! ya.....
— se ha mandado el decreto a “la .”
— cuánto estimo que los señores oidores me tengan esa consideración.
— el otro punto se relaciona con ambos.
— sepamos....
— como sabe y está mandado por reales órdenes de 1773 y de 1805, la subdelegación de correos y la superintendencia de la corren a cargo de el regente.
— algo tengo entendido de ello, aunque según ....
— qué es lo que dice ?
— que eso se refiere a la falta de virrey o de pliego de providencia.
— en cuyo caso estamos, toda vez que ejerce el mando supremo interinamente.
— y bien?
— la ha acordado que vuelvan ambos cargos a sin considerar no solo que me priva de un beneficio sino que atropella las disposiciones reales.
— yo creo que se podía pedir la revocación a el .
— se va a solicitar la revocación: ya me han hablado muchos de los vecinos más notables que he encontrado a el paso, esperando que por su lado hará que se cumplan las leyes.
— yo no soy más que un humilde siervo de la .
— perdone que no sea de su mismo parecer. necesita desplegar toda su energía y toda su entereza, porque si no caerá en manos de el oidor que, perdonando me su ausencia, es un voraz intrigante.
el virrey se volvió inquieto a mirar el sitio que aunque lejano ocupaba el secretario, para significar a que no estaban enteramente solos.
— en todo caso, dijo el regente levantando se, espero que haga justicia.
no habían trascurrido tres minutos cuando fue anunciado el canónigo primo de el y uno de los más formidables miembros de la .
saludó el recién llegado con su tirantez de costumbre, y aun antes de que el virrey le ofreciera asiento se dirigió a tomar lo, comenzando así la conversación:
— no traigo negocio de interés con sino saludar lo en nombre mío y de mi primo el .
— amaneció bien ?
— siempre con sus achaques....
— ambos estamos en las últimas gradas de la vejez.
— ni él ni yo habríamos querido interrumpir en estos días las multiplicadas labores de y nos habíamos abstenido por eso de frecuentar su fino trato.
— saben ambos en cuanto estimo su amistad y sus sabios consejos.
— mi primo el me ha encargado que en la primera oportunidad haga observar a que no conviene mucho fiar se de la que suele más frecuentemente guiar se por sus pasiones que por su sabiduría, como tampoco es conveniente dejar se arrastrar por el dominio que quieren ejercer los voluntarios.
— ¿y qué me aconseja en ese caso ?
— desarmar a estos últimos y dar les las gracias por sus servicios, haciendo les presente que hacen más falta en sus habituales ocupaciones que en el ejército.
— yo debo en todo lo que toque a tomar determinación alguna someter me a las decisiones de el .
— se engaña en ese punto. el virrey tiene sus facultades bien determinadas en las leyes y la no es más que un cuerpo de consulta.
— siempre que me sea posible acataré las indicaciones que me hagan el y su respetable primo.
el canónigo hizo una inclinación en señal de gracias y agregó:
— creo que es muy conveniente a la tranquilidad de el virreinato que se quite de encima el peso de los voluntarios.
— no deseo hacer otra cosa y ya estoy pensando en tomar sobre ello alguna determinación.
— para solo visita, ya bastante he quitado el tiempo a
— que proteja a el , o los sabios miembros de el y a todo el venerable clero.
— amen.
el canónigo salió muy tirante, no sin producir algunos rumores de desagrado entre los ociosos que en aquel tiempo, como en este, formaban grupos en los corredores de arriba y de abajo y en las escaleras de .
el ayudante se presentó de nuevo a el virrey anunciando a el capitán de patriotas . este que era quien mantenía antes con sus recursos a el mariscal , no obstante su mariscalato, entró a el despacho de el virrey con la mayor confianza.
— no vengo a quitar mucho tiempo a comenzó diciendo le, sobre lo cual se apresuró a interrumpir le el virrey con estas palabras:
— los buenos amigos nunca interrumpen y antes bien ayudan con sus buenas doctrinas o entretienen el ánimo con sus pláticas agradables. ¿qué milagro es ver por aquí a el capitán ?
— anduve quince días ocupado en negocios de campo.
— y van bien los negocios?
— van bien, van mucho mejor todavía que el acertado gobierno de
se estremeció en su asiento y fijó una mirada llena de angustia en su amigo, con la cual le pedía una explicación de sus palabras.
— no se asuste , prosiguió diciendo , ya sabe que soy franco y que solo hago uso en todos casos de la verdad. el gobierno de no anda muy bien, porque el por una parte y el y la por la otra, meten mucho la mano. lo que ha de hacer es descansar en el celo de los patriotas que fueron los que hicieron la revolución y los que elevaron a a el lugar que merecidamente ocupa.
— el caso es que la sostiene que, celosa de su autoridad menoscabada, tuvo a bien deponer a el . .
— le consta que los oidores todos se escondieron la noche de el 15 de y que fue necesario andar los sacando de debajo de las camas para que vinieran a firmar el nombramiento de
— es verdad, es verdad, dijo prontamente que no podía menos de temblar cada vez que se le nombraba a la , los patriotas fueron los que hicieron todo aquella noche sostenidos por el arzobispo y el .
— pero más sostenidos aun por nuestro brazo.
— y sin embargo, la es la que dispone a su albedrío de casi todos los negocios de la .
— sí, de los negocios que quiere someter le.
— como yo no soy aquí nada, tengo que hacer lo que me indiquen los que me han puesto, principalmente mi amigo y bienhechor .
— yo no permitiré de ningún modo que se humille, ni menos que haga mérito de los pocos o muchos servicios que yo personalmente le haya prestado.
— ¿acaso no debo tener consideraciones a la amistad?
— eso es distinto, tan distinto que como amigo yo sacrificaré mi vida a , y como patriota, sacrificaré la vida de si fuere necesario.
el virrey volvió a estremecer se y ya no pensó más que en terminar aquella conferencia, para lo que ofreció a el capitán de patriotas guiar se por sus desinteresados consejos.
yermo salió muy contento y en la creencia de que iba a ser quien impusiera las determinaciones de gobierno que se tomaran allí en lo sucesivo.
en seguida fue anunciado el oidor .
el nombre de este terrible funcionario produjo en el virrey el efecto de una bomba.
, que estaba ya un poco entrado en años, se encorvaba más por hipocresía, y su mirada de águila cuyo brillo deslumbraba con sus relámpagos de fuego la apagaba revistiendo su fisonomía de santa unción. pertenecía, como la mayor parte de los políticos de la época, a la escuela de los .
— las indicaciones de , dijo con tono humilde, se han acatado sin pérdida de tiempo en la , desde luego que he manifestado que provenían de el . .
— , gracias, dijo el virrey turbado.
— se aprobó lo de firmar con estampilla, lo de correos y , y se hubiera aprobado también lo de la disolución de los patriotas, si no fuera porque la desea a el efecto una nota de en que le diga que ya no son necesarios.
— inmediatamente se hará, contestó el virrey sintiendo se a la vez poderosamente dominado por aquel hombre.
— espero pues llevar la nota de , dijo con tono en que manifestaba su resolución de no retirar se sin llevar se la.
y no hubo remedio, la extendió el secretario, la firmó el virrey y se la llevó triunfalmente con lo cual acababa de causar una derrota terrible a .
pasaron cuatro días, el platero presentó los tres sellos de firma que le había encargado el virrey, y este dijo a su secretario cuando aquel hubo salido:
— este sello es el mío que se usará aquí cuando yo lo disponga.
y alzó bajo llave el sello en un cajón secreto de el escritorio.
— este segundo sello, continuó el virrey, pertenece a el capitán de patriotas : él hizo la revolución, él me puso aquí y es fuerza que se despache por su mano.
el secretario quiso hacer alguna observación, pero consideró tal vez que era inútil, y se conformó con hacer una reverencia.
— el tercer sello, continuó el virrey, pertenece a el oidor , que es otro de los que se creen con derecho a mandar. de este modo me quito a la vez dos cargas de encima.
como lo dijo el virrey se hizo: el secretario por su encargo entregó los sellos y justo es decir que mientras no lo quiso, se lo reservó por lo que ocurriera.
lo do los tres sellos, que fue muy celebrado en el círculo estrecho en que se supo, fue la primera y la última muestra de talento que dio el . , mariscal de campo, etc., etc.
el fausto, o si se quiere cierta imitación de introducida por los virreyes a el , desapareció con las inmensas riquezas que allí había estado acumulando por todos los medios que tuvo a su alcance. una vez que tuvieron el destino que les quiso dar la a aquellos tesoros, el quedó tan pobre como lo era el mismo virrey que iba a ocupar lo.
el . era un anciano respetable por sus canas como lo son generalmente los ancianos y no por otra particularidad, pues carecía de antecedente?, de fortuna, de prestigio y de consideraciones sociales. una hija monja en la y ésta era la que lo mantenía con los desperdicios de el convento, fuera de la ropa y uno que otro peso que le daban los españoles acomodados, como , cada vez que lo encontraban en su camino.
en este tiempo se le hubiera llamado un pordiosero, pero en aquella época en que no se conocía la plaga de los pobres que viven de la caridad pública, aquel llevaba el nombre de un hidalgo de escasa suerte.
se comprendía por lo mismo que los que quitaron de el mando a a el fijar se en un sucesor como tuvieron presentes todas estas cosas: no despertar celos ni envidias, no aventurar se a desaires de personas muy altas que no quisieran aceptar el puesto y sobre todo tener allí una hechura, un instrumento, un pobre hombre cualquiera detrás de el que pudieran parapetar se todos los intrigantes.
por lo mismo , según lo hemos visto en el capítulo anterior, no ataba ni desataba una vez que le faltaba voluntad propia. realmente lo menos que se había figurado en su vida era que podía llegar a ser virrey de la , para cuyo puesto se necesitaban muchas circunstancias; y su repentina elevación lo aturdió tanto que vino a sentir se todavía más insensible y más cerrado de inteligencia que lo de costumbre.
los que discurrían con la cabeza entonces como el padre de , solían decir en sus conversaciones privadas:
— ¡qué bribones estos! han ido a poner de virrey a ese pergamino que ni siquiera discurre sobre lo que puede considerar se más obvio que es la autoridad que da el puesto, y de ese modo están haciendo todos los que se han apresurado a rodear lo lo que les da la real gana. es un infeliz que solo pone guardias en , no para defender su persona, la cual está a salvo de todo, sino para cuidar los papeles que le da a firmar la . si de el sillón virreinal lo bajaran a pedir limosna a las puertas de una , se sentiría absolutamente lo mismo en honra, inteligencia y dignidad.
en suma, era tan pobre hombre arriba como abajo, tan nulo en el puesto de virrey como fuera de él y tan honrado manejando aquellas rentas como antes que no tenía ni una peseta. era una masa con figura de hombre compuesta de honradez, de inercia, de tontería y de resignación, muy difícil de clasificar se en alguno de los reinos conocidos de la naturaleza.
una vez sabiendo esto se podrá comprender que sin embargo de que tenía amigos y había muchos descontentos de la situación, nadie pensaba en dirigir hostilidades a el gobierno teniendo presente que el virrey era un pobre hombre que no sabiendo hacer daño deliberadamente no se le podía hacer ninguno tampoco.
lo único que le podían hacer era dominar lo y por eso es que empezaron desde luego a disputar se lo el clero, la , los patriotas y todos aquellos que tenían la creencia de haber ayudado a quitar a o que pretendían figurar de algún modo en la política.
la política de entonces era la misma de siempre.
consistía en tener audacia para asaltar los puestos y ocupar los fondos reunidos por la gente trabajadora.
los políticos eran como en todos tiempos un enjambre de holgazanes enemigos de el trabajo, pero diestros para aprovechar se de el sudor de el rostro de los demás.
todas las intrigas, todas las ambiciones, todos los deseos de apoderar se de la situación, no se encaminaban a alcanzar gloria y prestigio, sino a repartir se los productos de el presupuesto.
había algo de oropel, algo de adorno en las ambiciones de mando y tales eran los títulos y consideraciones; pero en el fondo no había más que lo mismo que ha habido siempre, hay y habrá en todos los gobiernos: apetito desordenado de hacer se de dinero sin mucho trabajo.
esa es la historia de la política, lo mismo que en la de el amor unos instantes de el goce material.
y la prueba es, que la mayor parte de los comerciantes que se arruinan se meten a políticos, con la esperanza de resarcir se de sus pérdidas sin mucho tiempo y con poco trabajo.
ahora vamos a seguir refiriendo algunos de los principales sucesos en el gobierno poco dilatado por fortuna de quien comenzó a contribuir con sus inocencias a los interesantes acontecimientos que empezaron a desarrollar se y de los cuales vamos a hacer nos eco en este libro.
por un lado se dejó influir de y disolvió los cuerpos de voluntarios dando les las gracias y por el otro acató la indicación de mandando disolver el ejército de el cantón, descontentando con la primera medida a su protector y con la segunda a les americanos que veían en esto, clara hostilidad de los europeos, una vez que los cuerpos que lo formaban se componían de mexicanos.
se convirtió en enemigo de y de porque se resolvió en su contra en la la solicitud de un fabricante de indianas en que pedía que aquel anciano regente tuviera también a su cargo el correo y la superintendencia de la , lo cual prueba que en aquellos tiempos también había individuos a quienes les gustaba despachar se con el cucharon.
en esa misma época llegó a el navío , enviado por la junta de , y el comandante , comunicó en nota muy extensa a el virrey que las cosas por andaban muy bien, que los franceses habían sufrido una completa derrota, en , que el entusiasmo en toda la para acabar de arrojar a la invasión de el suelo patrio era muy grande; que todos sin distinción aprestaban cuantos recursos tenían y que ya habían comenzado a alcanzar las más completas victorias, pero la junta de gobierno de necesitaba dinero para salir de apuros y que o se era el objeto precisamente que traía el navío y su comandante el marqués de el , que debía ser un lanzón de primera fuerza.
esto se parecía a aquello que cuentan de el tahúr desbalijado que le decía a su mujer: “manda me dinero que estoy ganando.”
el virrey como de costumbre mandó llamar a sus consejeros luego que recibió la carta, y estando reunidos , , , y , quien había disimulado el disgusto que le produjo el retiro de sus compañías, se procedió a la lectura solemne de el documento y luego se puso a discusión.
que había ya tomado la batuta en todos los negocios, dijo:
— no creo que se deba vacilar en la medida. el marqués trae la representación de la , y como una de las causales que tuvimos para deponer a , fue un desconocimiento a esa de gobierno, nuestra política debe consistir en hacer todo lo contrario de lo que estuvo haciendo aquel virrey para satisfacción de los patriotas.
— tanto más cuanto que debemos sacar algún provecho de los quince millones que aquel estuvo acumulando, agregó .
— y si no bastan los quince millones, exclamó con entusiasmo, yo me comprometo a reunir dos o tres millones más, entre nuestros adictos.
— ¿pero es cierto que hay quince millones de duros? dijo admirado, el cual sin embargo de ser virrey ignoraba aquellos asuntos.
el secretario afirmó que algo más de esa cantidad arrojaban las noticias remitidas a el fin de el mes anterior por las diferentes cajas de el .
el virrey puso el semblante más halagüeño de el mundo, pareciendo le como cosa de milagro que hubiera quince millones en las cajas públicas cuando él no tenía un peso por junto en el bolsillo.
— pues bien, se apresuró a manifestar, contestaremos a el comisionado que disponga de la suma que tenía reunida mi antecesor.
— pero es necesario, repuso , que no se diga una palabra de .
— es decir, añadió con ruda franqueza, que nosotros vamos a comprar la absolución de nuestra pequeña falta con quince millones de .
les llamaba a los duros que se acuñaban entonces con el busto de , el buen .
— y no solo, dijo por su parte , sino que ese dinero, cuando se descubra que fue el que lo acumuló, nos servirá contra él de capítulo de acusación.
— cómo? preguntó que no había comprendido bien la idea.
— diremos que lo estaba reuniendo con la perra intención de subvenir a los gastos de el gobierno independiente que soñaba en establecer.
— es verdad, dijeron casi todos como iluminados con una luz meridiana.
— y si no, ¿como podrá disculpar se de tener alzado ese dinero necesitando lo tanto para sostener ía guerra injusta contra ?
— a eso contestará que el convino en que no se reconociera la , dijo .
— entonces será tiempo de que salgan a luz todas nuestras protestas reservadas, contestó con fizga.
— ahora bien, interrumpió , apropósito de la , todavía no se resuelve si debemos reconocer la.
— aunque el envió de el dinero y el entrar en relaciones amistosas con su comisionado es ya un reconocimiento, no será por demás que el lo proponga a el virrey de una manera solemne.
tenían tan mezquina idea todos aquellos señores de el mariscal de campo , que siempre que podían esquivaban dar lo el título de .
aquella proposición fue aprobada para poner la en planta aquella misma tarde.
, que había permanecido hasta entonces en observación, sin tomar parte en los diversos asuntos que estuvieron ventilando se, dijo de repente:
— se me ocurre una idea, , que considero aconsejada por la prudencia.
el virrey lo invitó a exponer la:
— creo, continuó el inquisidor que no debemos mandar todas los fondos que hay reunidos, sino solo una parte.
— por qué? preguntó .
— porque dentro de dos o tres semanas se nos presentarán otros comisionados de otros puntos y no tendremos ya que dar les. puede establecer se una junta central o imponer se como suprema alguna de las ya existentes en y no podremos sino a costa de grandes sacrificios volver les a mandar una cantidad igual que será indispensable para que nuestra situación aquí sea reconocida.
— comprendo, exclamó , como inspirado, el canónigo quiere que dejemos una parte de esos millones en reserva para contentar a las otras que sigan pidiendo.
— me parece justo, observó .
lo mismo opinaron y .
siguieron discutiendo sobre la cantidad y vinieron a fijar se en la de nueve millones que fueron los que se mandaron a los pocos días para con más de dos millones de particulares, que vinieron a hacer en junto el bonito pico de once millones de pesos, fuera de las onzas de oro que iban por lo regular de contrabando.
de esos picos así, salían con mucha frecuencia para durante el virreinato, pero nunca fueron las remisiones ni tan grandes ni tan continuadas como en los años que duró aquella guerra tan ruinosa para esta parte de la .
cualquiera observador, después de el término que tuvieron estos arreglos de el virrey y sus consejeros, hubiera notado que el inquisidor se mostraba de ellos en extremo complacido, desplegando una sonrisita de satisfacción que hasta entonces no se le había conocido.
probablemente tenía algunos proyectos con los cuales iba de acuerdo la solución dada a el último negocio, pues cuando se despidió e iba ya bajando las escaleras de , murmuraba:
— gracias a que he podido salvar esos siete millones porque si no.... quien sabe lo que habríamos hecho después.....
y a poco agregó:
— ¡que bien cayeron en el lazo que les tendí!
todos los palaciegos se quedaron muy admirados de que el adusto canónigo llevara en esta vez un semblante tan halagüeño.
el virrey por su parte se fue a comer con su hija la monja en el convento de la , muy satisfecho de haber dejado arreglados los principales asuntos de su gobierno.
, descendiente de españoles como todos los americanos de alguna posición en esa época, odiaba cordialmente a los paisanos de sus progenitores, como sucedía también entonces con mucha frecuencia. de el trabajo de brazos españoles le provenían las riquezas que disfrutaba, lo mismo que su apellido y la mayor parte de la sangre que circulaba en sus venas, habiendo mamado de aquellos las supersticiones religiosas, el acento, las costumbres y brusquedad de maneras, sin poder transigir con ellos respecto de la dominación que ejercían en .
podía muy bien cultivar relaciones particulares y de hecho las cultivaba con las principales familias de la capital que tenían aquella procedencia; pero a condición de que no se había de tocar la política, pues en llegando se a ese punto era fanático por la independencia de la patria y quería más bien identificar se con que con , glorificando siempre a los aztecas y demás tribus indias mientras que escarnecía a los conquistadores. se sobreponía pues en el espíritu de emancipación a tal punto, que él mismo solía llamar se indio, no obstante que su fisonomía, su voz y todo él estaban diciendo desde a legua que era todo un peninsular.
dado este odio que profesaba a la dominación extranjera, no era exagerado el temor de su hija a los resultados que pudiera tener la circunstancia de estar en correspondencia amorosa con un oficial realista, en caso de que esto llegara a saber se como tarde o temprano tenía que suceder.
acababan de pasar los sucesos que hemos referido y de remitir se a los once millones y pico de que hemos hablado, cuando impensadamente se reunieron en la casa de algunos de los personajes americanos que más inconformes se encontraban con la situación.
comenzaban a desaparecer los pálidos tintes de la tarde entre los arreboles cenicientos que envolvían en sombras el espirante crepúsculo, ya poco faltaba para que dieran el toque de la oración en los campanarios, cuando se presentó, el después notable historiador, , que entonces solo era un abogado que se había hecho notable en algunos alegatos verbosos.
— mi querido ! exclamó luego que lo conoció a la luz de el farol que estaba sobre el cancel de la escalera, ¿qué milagro es este?
— ¡oh! mi buen : mucho deseaba la oportunidad de volverá estrechar entre las mías esta noble mano.
— enciendan luces en la sala, gritó dirigiendo se a la gente que oía trastear en el corredor que estaba por el rumbo opuesto.
— aquí nos sentaremos, , no moleste vd. a nadie.
— pero en el corredor!
— sí, sí.
— está bien: mientras encienden. ¿a qué debo por fin?
— diré a vd. con franqueza, : aquí está el corregidor que llegó ayer de a quien encontré en y me dijo que a el oscurecer vendría aquí con su esposa.
— trajo también a la corregidora?
— eso me ha dicho.
— yo sabía por cartas que venía el corregidor y lo estuve esperando, pero jamás llegué a pensar que se expusiera a el camino la buena .
— ¡oh! es tan resuelta como un hombre!
— lo sé, lo sé..... lo he visto.... la conozco mucho.
— pues le diré a vd. con franqueza, , que he querido encontrar me aquí con la digna corregidora cuya conversación es tan amena siempre y tan ocurrente.... yo pensaba venir pronto; pero esta circunstancia que vd. comprende bien no era de perder se, me ha hecho anticipar mi visita.
— bien, bien: ya sabe vd. , que vd. manda en ésta como en su casa.
y apenas empezaban a sopear el chocolate que les habían servido cuando sonó la campanilla y oyeron los pasos y la voz de el corregido y su mujer que venían acompañados de otras dos personas.
— ahora sí, a la sala, dijo , después que pasaron los abrazos y los cumplimientos, y que traigan otros cuatro chocolates.
— por mí ya sabe vd. que siempre estoy dispuesto, contestó el corregidor.
— y ? ¡quiero abrazar a ! dijo con entusiasmo la corregidora.
que ya había reconocido la voz y que se había lanzado a su recámara para tomar un pañuelo de seda de con que cubrir se el cuello, venía ya corriendo con los brazos abiertos.
después de dichas todas aquellas frases banales, que siempre se han dicho y se seguirán diciendo antes de dar principio a una conversación interesante o siquiera un poco formal, tomaron asiento en el estrado y el corregidor fue el primero que provocó la tormenta con estas frases que dejó caer a plomo sobre los contertulianos:
— pues señores, yo nada he podido arreglar con el gobierno que está muy ocupado con el marques de el a quien le han mandado ciertos millones para la .
— cuanto mandan? preguntó .
— asombre se vd. mi amigo , exclamó casi con arrebato, son nueve millones de las cajas públicas y cerca de tres millones de los particulares, es decir, toda la plata que se acuña.
— me dicen que quedan en caja algunos millones más.
— que no van ahora por falta de navios, pero que estoy seguro saldrán antes de quince días que se presente cualquier aventurero pidiendo los.
— es que el marqués de el viene comisionado por la ....
— y quiénes componen la ?.... una buena colección de perdularios....
— , .
— es la verdad, ese dinero que se está mandando a cada momento sin orden ni concierto, más perjudica a que lo que puede servir le, pues que muchos hombres y navios que pudieran ser les útiles allá los están empleando por acá, tan malamente.
— esto si es verdad: que los muchos hombres que tienen en , debían llevar se los para hacer la guerra allá que es donde más les importa.
— yo les daría de buena gana todo el dinero que hay aquí, dijo la corregidora, con tal que se llevaran a todos sus hombres de allá.
— ¡cuidado que no fuera a ser comprendido en ese bando el señor corregidor!
— yo probaría que es americano por sus cuatro lados.
— el hecho es, dijo con entusiasmo , que se llaman patriotas y no corren todos como un solo hombre a librar a su patria que está invadida por , y se cuidan más de llevar se nuestro dinero.
, contestó riendo:
— el derecho de conquista les da derecho sobre nuestras riquezas, amigo .
— está bien, amigo , yo no digo que no dispongan de las riquezas de el suelo, que puedan tomar; yo de lo que me quejo es que a fuerza de tomar tanto llegue un día en que no tengamos ni una camisa que poner nos.
— ya verán vds. exclamó como no se pasan quince días sin que el virrey o sus favorecidos se dirijan a las personas acomodadas pidiendo les un nuevo donativo.
— yo sostengo esto, dijo , que aunque era un pirata, siquiera no era tan suelto para entregar el dinero.
— sí, dijo , ha sido uno de los virreyes más pillos que hemos tenido, tanto él como los de su casa, robaron hasta que quisieron; pero en honor de la verdad llevaban mejor camino que estas gentes que gobiernan ahora.
— ahora es tiempo de confesar les a vds. con franqueza, dijo el corregidor, que la corregidora me ha hecho traer la desde para hablar con proponiendo le el modo de desembarazar se de todas las dificultades para proclamar la independencia, pero desgraciadamente llegamos tarde.
— es cierto, agregó la , luego que recibimos allá una carta privada en que nos daba a conocer algunas de sus ideas, yo dije a : — vamos allá: necesitamos ver por nuestros propios ojos y oír con nuestros propios oídos lo que haga y diga el virrey, y si vacila, para decir le que puede contar con mucha opinión en las provincias internas.
— es lástima que no hubieran venido antes.
— el camino está un poco pesado, contestó el corregidor, hemos hecho unos quince días.
( ¡ . dirán! quince días de a , viaje que hoy se hace en unas cuantas horas por el ferrocarril! )
— a mí no me pesa haber llegado tarde, dijo la corregidora, porque conozco otros hombres que valen más que tanto en virtudes cívicas como en honradez.
— eso es hablar en plata, exclamó a quien le iba agradando mucho esta conversación.
— ¿sería indiscreto preguntar por los nombres de esas personas? dijo uno de los concurrentes.
— sin ir muy lejos, aquí están juntito a nosotros un y un , en los que se encuentran reunidos el valor, el talento, el patriotismo, la honradez y la buena opinión.
— ¡oh señora corregidora! exclamó inclinando se.
— yo no sirvo para nada, dijo con entusiasmo, pero en caso ofrecido....
— por , papá! exclamó .
— a ti te coloco en las , dijo riendo a carcajadas el de y yo tomo un jamelgo y una lanza....
— hablando formalmente, dijo la corregidora ¿vds.. creen que pueda ya durar mucho el aguante que se ha estado teniendo en esta nación?
— de ninguna manera, contestó .
— yo de un momento a otro espero que sobrevenga algo nuevo, dijo .
— pues nosotros, y dispensen me que hable en plural no obstante que el corregidor no se mezcla en nada, nosotros ya estamos sembrando alguna semilla.
— ahora que vuelvan vds. a , dijo sin poder ya contener se, van a encontrar se con dos compañías de el regimiento de la ....
— y qué nos importa eso? dijo sumiendo los hombros la corregidora.
— no; era solo por hacer saber a vds. que los oficiales son partidarios de la independencia.
— qué oficiales? preguntó bruscamente .
— los que mandan las compañías, contestó turbando se.
— pero como sabes tú que los oficiales que mandan las compañías de el regimiento de la , que es el más realista que se conoce, pueden tener pizca siquiera de afecto a la emancipación?
no hallaba qué responder, pero su prima vino en su auxilio exclamando:
— yo fui quien di esta noticia a por sospechas de lo que nos dijo una colegiala amiga de un , teniente, que viene a ser primo suyo.
— me parece que conozco ese nombre de dijo .
— es de familia bien conocida, agregó .
y la corregidora que no gustaba de perder cualquiera ocasión por insignificante que fuera para aprovechar la en sus trabajos, se aproximó a y le dijo:
— bien, mi amiguita, bien; esa es una buena noticia.
— ¿quiere decir que nosotros a nuestro regreso encontraremos en a el teniente ?
— .
— y en nombre de quién le hablaremos?
— diga le vd.... ¡oh! no me atrevo.
— le juro a vd. que nada sabrá .
— siendo así, no tiene vd. que decir le más sino que cumpla la promesa que hizo a .
— basta! con eso tengo y me sobra. ahora punto en boca.
después que siguieron conversando otra hora sobre diversas materias vio la hora en su gran reloj de plata y exclamó como asustado:
— va a sonar la hora de la queda en que no se permite andar a nadie en la calle y menos a los que estamos un poco margados como sospechosos, en marcha.
— vamos nos, dijeron los corregidores.
dijo a el oído a la corregidora:
— cuando se necesite de mi dinero o de mi brazo....
— sí, contestó la corregidora dando le un apretón de manos, ya lo sé.
luego también la dijo:
— señora: que se cuente por allá siempre con mis pocas luces, con mi débil brazo y con mi pequeño prestigio.
— acepto, exclamó ella oprimiendo le también la mano.
en seguida abrazando a le dijo estas significativas palabras:
— dios quiera que podamos ver nos algún día con toda felicidad en !
— mucho lo deseo, añadió suspirando.
y cuando ya iban por la calle cada cual por su lado la corregidora dijo muy quedo a el corregidor:
— quién crees que me sirve más de todos para mi empresa?
— ¿quién?
— esa mocosa, esa .
según dijimos antes, los humos de corte desaparecieron con el . virrey , que, impulsado por su mujer, hacía ostentación de cierta grandeza que se manifestaba por medio de sus gentes de servicio, sus carruajes, sus guardias, sus recepciones ceremoniosas, sus paseos por las calles seguido de escoltas, y la etiqueta que se observaba en todo el movimiento de el . pero el que era un pobre diablo traído de las esquinas en donde esperaba a los amigos para pedir les cinco pesos prestados, y que no podía dar se ninguna importancia ni con sus favorecedores porque estos naturalmente tenían la entrada franca, ni con los ricos porque él era muy pobre, ni con los desvalidos porque estos habían sido sus compañeros, fue suprimiendo insensiblemente todas las costumbres que imitaban un poco las de los reyes europeos, hasta circunscribir se a la más desnuda sencillez.
salía a pie por las calles, seguido cuando más de uno o dos oficiales de servicio, y se encaminaba generalmente a el convento de la , que era en donde tenía la costumbre de pasar las tardes, conversando con su hija la monja que era una doncella próxima a los cincuenta años.
¿de qué podían haber hablado aquel anciano metido a ser cabeza de gobierno como el héroe por fuerza y aquella mujer que había pasado su juventud desde los 16 años en el convento, y que comenzaba ya a hacer se vieja sin ver otro mundo que aquellas sombrías paredes? ¡dichosos tiempos aquellos y dichosa inocencia la de aquellos dos seres que podían perder sus tardes tan agradablemente hablando se a través de una reja de cosas tan insustanciales como las que el lector debe suponer se! ¡dichoso el hombre aquel que siendo la cabeza de una nación que tenía entonces gran importancia, podía dejar los negocios e intrigas de palacio por tardes y noches enteras!
en las mañanas pues, y esto sin ceremonias de ninguna clase, entraba el virrey a su despacho, se ocupaba con sus dos secretarios en leer o dirigir correspondencias y poner en giro los acuerdos de la que era realmente la que gobernaba bajo la preponderancia que ejercía el oídor . estas labores de el virrey eran interrumpidas frecuentemente por los visitantes que rara vez se presentaban con algún negocio que valiera la pena.
el día siguiente de aquel en que salieron los millones para , según lo dispuesto por el consejo íntimo de , se presentó a eso de las nueve de la mañana y dijo a este con la llaneza con que lo trataba, después de los saludos correspondientes:
— vengo a esto, : ayer hablé con varias personas acaudaladas, sobre lo conveniente que sería auxiliar a el gobierno para tener abundantes recursos en reserva, que puedan completar, otra remesa.
— pero , contestó , me parece que las gentes han sido ya bastante exprimidas.
— hemos dado mucho dinero efectivamente a el virrey , quien nos pidió un donativo para sostener la guerra con los franceses, otro donativo para los hospitales de sangre, otro donativo para armamentos otro para vestuario de la tropa, otro para zapatos, otro para comprar buques y otro donativo finalmente para redimir cautivos cuando todavía no sabíamos que se hubieran hecho. a todas esas excitativas hemos contestado aprontando nuestro dinero, subiendo a un número casi fabuloso de millones lo que le hemos dado; pero el virrey todavía no nos ha pedido nada y es fuerza que nos pida.
— pediré si es necesario, pero yo no quisiera parecer me en eso a el gobierno anterior.
— voy a dar le algunas espiraciones a para convencer lo.
— me mortifico de que me dé el tratamiento de : mejor diga me como siempre.
— me es igual. pues bien, amigo , yo opino porque debe . dirigir cuanto antes una proclama excitando a todos los habitantes de este reino a contribuir con sus recursos para sostener la guerra que contra llevaron los franceses; una vez que la distancié impide que todos podamos servir como soldados, según es de nuestra obligación. esto por lo que toca a hacer ver que mientras nosotros solo damos dinero, hay otros que dan sus vidas en el altar de la patria.
— todo eso es muy cierto: cada cual está en el deber de contribuir con lo que pueda para salvar a .
— pero el objeto principal de nuestro gobierno aquí no es precisamente ese franqueamiento de recursos pecuniarios.
— pues cual?
— saber de una manera cierta si tenemos partido entre los hombres de caudal de esta .
— estando con nosotros....
— yermo está siempre con la justicia y con la honradez. supongo que aprontarán todos su dinero como me lo han ofrecido, y entonces nuestro triunfo no será aquí sino con cualquier gobierno que se establezca definitivamente en .
— no comprendo.
— pues es fácil: por un lado les damos dinero y por el otro les probamos con ese hecho que se nos estima en algo, que se nos tiene confianza, que se nos considera como un gobierno justo y legalmente establecido.
— ah! si, si, es muy verdad todo eso: no se me había alcanzado.
— entonces ya ve el . , como le propongo una medida de fácil realización y que vendrá a hacer duradero y seguro nuestro poder.
— ahora mismo la comenzaremos a poner en obra.
— siendo así corro a ver a el arzobispo para que refuerce la proclama con una pastoral, y para que él y yo seamos los primeros que nos apuntemos con cantidades que indiquen la mejor disposición.
y el activo corrió a ver a el arzobispo , a el cual trataba con igual franqueza.
— me manda el virrey a ver a con esta embajada, le dijo, quiere que una proclama que va a dar pidiendo dinero, sea reforzada con una pastoral de el .
— yo he de dar una pastoral pidiendo dinero?
— a todos los habitantes de la .
— pero eso no es posible.
— cuyo dinero, agregó imperturbable, debe servir para la guerra que sostiene y para la cual tenemos obligación de dar nuestra sangre.
— ¡ah! ya....
— y una vez que desde aquí no podemos ofrecer nuestras vidas a la patria, le damos lo que nada vale, nuestro dinero.
— pero no comprendo lo que tenga que hacer la pastoral en un negocio de estos.
— pues es fácil, . de el virrey es un gobierno nuevo que necesita para adquirir confianza ser recomendado por personas de muy alto prestigio.
— el virrey actual lo tiene.
— y lo tendrá mayor si ven en el público que lo apoya su señoría ilustrísima.
— está bien: consultaré el caso con mi primo y les daré esta tarde la resolución.
— como estoy seguro que ambos decidirán de acuerdo en favor de nuestra pretensión, voy a decir a el virrey que puede proceder a publicar su proclama.
y , que a veces solía ser un poco despreocupado se fue murmurando entre dientes:
— esta gente de iglesia tiene muchas recámaras: cuanto mejor sería que supieran decir desde luego si o no, como nuestro nos enseña.
el arzobispo mandó llamar a su primo que estaba en un departamento contiguo a el de el arzobispado y le dijo:
— ha estado aquí .
— ya lo vi entrar.
— vino a.....
— ya sé a lo que vino. puedes sin ningún inconveniente dar la pastoral y a el efecto se está ya escribiendo.
— es posible?
— luego que llegó me vine por las piezas interiores a oír lo que decía, me impuse de el negocio y di orden a mi secretario para que escriba una pastoral breve excitando el patriotismo de todos los ricos para que ayuden a el virrey con dinero.
— ¿y para que quieren ese dinero supuesto que ayer han mandado unos once millones de pesos?
— los que dirigen a lo quieren para dar prestigio a su gobierno y para dar se importancia ellos mismos en , haciendo creer que disponen de las rentas particulares como de cosa propia.
— todo eso lo tienen sin necesidad de apelar a esas medidas que deben agotar las riquezas.
— bueno: pero a nosotros nos conviene impulsar los en ese camino por dos razones.
— cuáles son?
— primera para que se cansen pronto de ellos y segunda para que nos dejen fondos suficientes en las cajas.
— ¿siempre sigues con tu delirio de hacer me virrey?
— siempre, primo: es indispensable para que se salve esta . figura te que sucedería con esta rica porción de tierra si el francés llegara a establecer su dominación en .
— seguiría la suerte de la madre, la hija.
— también esclava?
— también.
— pues ese o cualquiera otro perjuicio es el qué debemos evitar. esos hombres que dirigen a ya que en él no podemos fijar nos con formalidad, no piensan más que en el presente, no se figuran que pueden venir serias dificultades en el porvenir, no comprenden tampoco que el espíritu de independencia sigue cundiendo aun entre los mismos españoles, sin que valgan ya para atajar las doctrinas que nos invaden ni las censuras de la iglesia ni las excomuniones de el .
— y qué se debe hacer?
— fingir que se cede arrastrados por la corriente para tener el derecho de parar nos donde convenga.
— entonces....
— hay que halagar un poco a los americanos con la esperanza de que más tarde serán independientes y por lo mismo no apruebo la persecución que se hace a todos los que estuvieron sosteniendo a . son los más duchos y los más inteligentes.
— qué pueden hacer estando abatidos?
— no se abatirán nunca; pero aun suponiendo que se encuentren débiles, ¿qué cuesta tener los de amigos?
— hay que decidir se siempre por unos o por otros; o con la audiencia que representa el elemento netamente español y realista, o con el pueblo que en lo general piensa de la manera que tú dices.
— se puede contar con este partido sin necesidad de echar se completamente en sus brazos.
— ¿cómo?
— oprimiendo lo poco y dando lugar en el gobierno a algunos de sus miembros más inteligentes, que tienen simpatías en toda la nación.
— nosotros no somos los que tenemos que arreglar estas cosas.
— a el contrario: nosotros somos los que vamos a tener que arreglar las.
— no sé de qué manera.
— luego que seas virrey.
— a el saber las juntas de gobierno establecidas en que ha sido depuesto , mandarán un capitán que sepa sostener se con su brazo.
— ya he escrito yo a todas las personas influentes que el único hombre que podrá conservar el gobierno de la , es el arzobispo .
— no te harán caso, primo.
— si no fuera porque te tengo un respeto tal que muy bien puede llamar se veneración, te haría una apuesta.
— y perderías.
— oh! no, no. pinto de tal manera el gobierno de , y de tal modo les encarezco una providencia oportuna, que yo creo que antes de tres meses tendremos en nuestras manos el gobierno.
— han de calcular que tú estás interesado.....
— han ido más de cien cartas de otras personas importantes, en el mismo sentido. me ayudan y todas las personas más ilustradas de el partido que cayó.
— obra como te parezca, primo querido, pues ya saben que eres mi secretario y mi director. tu grande inteligencia me pone a cubierto de todo yerro.
— pero yo quiero contar en todo con tu expresa voluntad, para que después no te quejes de mí si sientes demasiado pesado el gobierno.
— si tú me ayudas con él, será leve.
— teniendo el mayor empeño en que dejes un nombre glorioso en la , yo velaré a tu lado y procuraré hacer el trabajo de los dos.
— mil gracias, primo.
— no tienes que agradecer me nada todavía. primero quiero hacer te virrey y después dar te el prestigio de un gobernante sabio y prudente.
— me haces tener ambición a los setenta años.
— eso es lo que deseo: que sepas penetrar te de el noble afán de figurar en primera línea entre los virreyes de estas comarcas.
— ven a mis brazos, primo querido.
— con sumo gusto.
— esto significa que reposo en tu sabiduría pura que sepas hacer la grandeza de nuestra familia.
— amen, contestó y salió de allí sonriendo mefistofélicamente.
en muy poco tiempo, con los donativos recomendados por y por el canónigo , que dieron resultado excelente, y con los rendimientos de el tabaco y de las minas, que eran los productos que daban mejores contribuciones, volvieron a encontrar se las cajas repletas, pudiendo hacer se a una nueva remisión de diez millones, resultando que en el solo año de 1808, se hubieran mandado muy cerca de unos cuarenta millones de pesos como principio de el contingente pecuniario de la , para sostener la guerra contra .
o el partido de el arzobispo había echado mal sus cálculos, si pensaba sacar provecho de la acumulación de aquellos tesoros, pues que ya iban corriendo tres meses y no había llegado el nombramiente de virrey para y , o los amigos de habían aconsejado a éste que nunca tuviera muchos fondos en las cajas para no tentar la codicia, el caso es que estuvo remitiendo todo cuanto le caía con la mayor religiosidad, hasta el punto de olvidar se de cobrar sus sueldos. ¡tan acostumbrado así estaba a ser pobre, o tan desinteresado era, o tanto confiaba en la firmeza de su posición!
fuera de esto, o el virrey inspiraba poco respeto, o los ánimos habían vuelto a excitar se pasado el primer momento de la sorpresa, el hecho fue que por aquellos días y con motivo de los caudales que se estaban mandando a con tanta frecuencia, aparecieron pasquines fijados en las esquinas, conteniendo estos y otros recitados:
" gachupines bandoleros, tengan nos ya compasión, pues con tanta remisión nos están dejando en cueros. " " americanos. nada tenemos nosotros que ver con , ni con . vamos abriendo los ojos y haciendo nos independientes. "
" siendo simplón ladrón y pícaro .... ¡prefiero a !” " ¿cuando llegará ese cuando de que el bravo dé por fin un apretón en el cuello a ?” " todos queremos la independencia; todos juramos ya libres ser; fuera tiranos! ¡fuera prudencia! arriba todos; constancia y fe. " en las mismas puertas de la se fijaron proclamas incendiarias que se atribuyeron a el . , que por supuesto llevó su merecido mientras se averiguó si era verdad o no, y a el estar el mismo templo lleno de un gran concurso cayeron como por encanto miles de cédulas impresas en que se leía:
‟ patriotas y valientes llegó la hora de ser independientes!” a la vez circularon estampillas en que estaban representados los individuos que componían la junta central de gobierno en en una posición tan rara y tan despreciable, que ninguno de los que los vieron se atrevieron a dar explicación de el caso para conocimiento de las generaciones futuras.
el virrey por bando solemne que se publicó por medio de pregones, con maceros, alcaldes, cañonazos y músicas, previno: que ningún habitante de la osara en lo sucesivo dar a luz semejantes estampas anónimas o pasquines, bajo la pena de perder la vida y los que llegaran a descubrir quienes eran los autores de las cédulas publicadas o que en adelante se publicaran, recibirían cada uno un premio de dos mil pesos y 5,500 más que daban con el mismo objeto cuatro ricos europeos establecidos en . de la misma manera se acordó un buen premio en dinero a el que denunciara a los que habían hecho a el busto de el soberano en la moneda que circulaba, señales muy claras en el cuello, como queriendo dar a entender que debía estar degollado, lo mismo que sobre otras criminales faltas de respeto y de amor a la majestad real que sería fastidioso referir.
todo esto por el modo con que se hizo o porque no inspiraba temor alguno, produjo solo risa y peor que eso, pues que lejos de calmar se los ánimos, llovieron con más fuerza los anónimos y pasquines poniendo a el virrey como nuevo, dedicando le infinidad de décimas y sonetos que por lo general terminaban con el consonante en bruto y con otras palabras de más enérgica significación.
entonces fue cuando los miembros de la con excepción de que estaba de uñas con sus compañeros, y especialmente el capitán de patriotas
que ejercía gran dominio en el ánimo de el virrey, inclinaban a éste a que cometiera mil vejaciones e injusticias haciendo que desterrara, encarcelara o mandara matar a todos los que designaban como descontentos, despachando se con la cuchara grande en materia de venganzas personales. el apareció entonces como un niño de teta, y los pobres sospechados de ser partidarios de la independencia, entre los cuales había muchos inocentes, que si acaso lo habían sentido nunca lo dijeron, deseaban mejor haber se las con aquel endemoniado y nunca bien maldecido tribunal.
el bueno de el virrey decía amen a todo, pues demasiado bien sabía que su permanencia pacífica en el gobierno dependía esencialmente de que obedeciera sin replicar lodo cuanto le insinuaran aquellos exigentes europeos, que eran los únicos que lo sostenían y los que se habían quedado con el pandero, haciendo lo representar el papel de pantalla.
en las cosas no presentaban mejor aspecto, pues las ventajas obtenidas sobre los invasores se perdieron luego que penetrando a el frente de un poderoso ejército que dividió en cuerpos, fue arrollando a ingleses y a españoles coaligados hasta batir y derrotar a los ejércitos españoles en y en la memorable acción enteramente decisiva de que le abrió las puertas de y en seguida las de que tuvieron que entregar se la por capitulación.
la junta de gobierno se trasladó a a donde ya no pudo llevar la guerra entretenido en completar la destrucción de los ejércitos ingleses, cuyos restos con grandes trabajos pudieron embarcar se en la .
las noticias de todos aquellos desastres vinieron a saber se en hasta abril de 1809, que aunque muy desfigurados por en su proclama que mandó insertar a el efecto en , causaron la conmoción que era de esperar se y más que todo, se reanimaron los espíritus de los partidarios de la independencia, que aunque ya eran muchos, no se conocían por el temor natural que abrigaban de comunicar se entre sí sus sentimientos.
conocidos ya estos antecedentes, prosigamos tomando parte en la pequeña acción desarrollada en aquel tiempo por nuestros personajes. a el efecto penetraremos en una casa de modesta apariencia, que daba frente a las tapias de el convento de los , estando aislada por todas partes de vecindad y por consiguiente de espionaje, puesto que rodeada de elevados muros, se escapaba a la vista de los edificios que la rodeaban. entrando por el zaguán se atravesaba un patio, luego un oscuro pasadizo, a la derecha se encontraba una escalera alumbrada por la escasa luz que penetraba por entre las rendijas de dos claraboyas, y en el primer descanso de la escalera se encontraba una puertecilla humilde que había que empujar para escoger entre tres pasadizos el más encubierto a la izquierda que terminaba por una habitación reducida. en el fondo de esta se encontraba una alacena con trastos viejos y había que hacer girar todo esto por medio de un resorte imperfecto para encontrar se luego en una amplia y oscura galería alumbrada por tres velas de cera y ocupada solo por una mesa, encima de la que estaba un santocristo, y como unas dos docenas de sillas corrientes esparcidas sin orden por el centro de la habitación. por delante de la mesa había una cortina negra que soltando se cubría aquella parte de el salón a las miradas de los que ocuparan los asientos. a aquel misterioso lugar no podía llegar se sino conducido por un hombrecillo que hacía veces de portero, a el cual era preciso mostrar le una medalla de plata pequeña con tres iniciales que se llevaba colgada de el cuello y cubierta enteramente por la ropa.
el viejecillo portero tenía un color trigueño muy pronunciado y los cabellos largos y poblados de canas le cubrían casi toda la frente, cayendo encima de los ojos, de los que se desprendía una mirada llena de brillo. era bajo de cuerpo y aunque delgado, tenía fuertes músculos y estaba dotado de una fuerza extraordinaria.